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costumbres

Los arhuacos no ocultan sus supersticiones paganas: después del bautismo cristiano, los padres llevan a su hijo al río para lavarlo en agua pura; el matrimonio de una pareja santificado por un sacerdote, no es suficiente, lo complementan con una ceremonia de los antiguos ritos que consiste en danzas (una de ellas lleva el singular nombre de “Subir al cielo”), acompañadas de gritos y silbidos que imitan los sonidos de los animales. Tienen sacerdotes, los mancas, quienes dirigen sus plegarias a los astros, a las montañas y saben cambiar el destino por medio de palabras mágicas. También curan a los enfermos y el pueblo cree que a veces lo pueden hacer introduciendo en el cuerpo arañas, escorpiones o lagartos. A los sacerdotes, se les teme y se les honra (sobre sus sepulturas les colocan pedruzcos de granito, análogos a los “dolmes” bretones). Los arhuacos celebran sus fiestas en lugares sagrados, cuyo acceso está prohibido a los curiosos, a los traficantes blancos y a los negros. Una de sus costumbres ha adquirido fuerza religiosa: el esposo no vive en la misma cabaña que la de su esposa y sus hijos. Cada familia tiene dos, y cuando el hombre apetece comer, se va a sentar frente a una piedra colocada en medio de las dos cabañas, y a ese lugar, le tiene que lleva los alimentos su mujer, sin importar si el día está lluvioso o soleado. .

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